Carta de la abuela
Recordado Carlitos:
En días pasados experimenté una señal religiosa incomparable, que quiero compartir contigo.
Todo empezó cuando fui la Librería de mi iglesia y allí compré un cartelito para el coche que decía:
"Si amas a dios, toca la bocina".
Decidí pegarlo en el vidrio trasero de mi carro, y al salir conduciendo, llegué a un cruce de dos avenidas que estaba muy complicado y congestionado, соn muchos carros..
La temperatura exterior era por lo menos de 40 grados y además era la hоrа de salida de las oficinas. Allí me quedé parada, porque la luz del semáforo estaba en rojo. Me puse a pensar profundamente en el Señor, y no me di cuenta que la luz se había puesto verde, pero descubrí que son muchos los aman al Señor, porque todos los estaban detrás mio, al ver el cartelito, comenzaron a sonar las bocinas. La persona que estaba justo detrás de mi coche era, sin duda, la más religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar y me gritaba:
"¡Dale, por el amor de Dios!
Todos hacían sonar la bocina. Yo sonreía feliz y los saludaba соn la mano a través de la ventanilla. Vi que un joven me saludaba de una manera muy particular, levantando sólo el dedo medio de la mano. Le pregunté a Ramón , tu primo, que estaba conmigo, qué significaba ese saludo, y me contestó que era un saludo Jamaiquino de buena suerte. Entonces yo saqué mi mano por la ventana y saludé a todos de la misma manera, enseñando el dedo del medio de la mano.
Tu primo Ramón no paraba de reír, supongo que por la bella y emocionante experiencia religiosa que estábamos viviendo, estoy segura que él estaba recibiendo la luz del Espíritu Santo, y que se le había otorgado el don del Gozo.
Dos hombres de un carro cercano, se bajaron y comenzaron a caminar hacia mi coche, creo que para rezar conmigo o para preguntarme a qué iglesia voy. Pero en ese momento pude notar que la luz del semáforo estaba verde.
Entonces saludé a todos mis hermanos y hermanas соn el saludo Jamaiquino y pasé el cruce. Luego de pasar, noté que el único coche que lo había hecho era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en rojo. Me sentí triste de dejarlos allí, después de todo el amor que habíamos compartido.
Entonces, paré el coche, me bajé, los saludé a todos соn el saludo Jamaiquino por última vez y me fui. Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres que estaban en ese hermoso momento. ¡Fue una experiencia maravillosa!