A cincuenta metros de la playa, una chica, a punto de ahogarse, grita desesperada pidiendo ayuda. Una multitud de bañistas se acerca a la orilla a observar a la pobre mujer. En eso, un anciano que en su juventud practicó deportes se lanza al mar y соn unas cuantas brazadas llega a rescatar a la chica; la toma соn un brazo y соn el otro nada de regreso. Al llegar a la playa, el octogenario, cansado, se desploma junto a la mujer. La muchacha se recupera de inmediato y se levanta mostrando un escultural cuerpo cubierto sólo por un minúsculo biquini de hilo dental. Se acerca al anciano y coquetona le agradece:
- Buen hombre, no tengo соn qué pagarle lo que hizo por mí...
Recorriéndola соn la mirada de arriba abajo, el viejo alcanza a decir:
- ¡Sí tienes, y mucho, el que no tiene соn que cobrar soy yo!