Carta a mi Jefe I
Nunca me dé el trabajo por la mañana. Hágalo después de las 6:00 de la tarde. Siempre es gratificante contar соn el reto de trabajar bajo presión.
Si es algo urgente, por favor interrúmpame cada 10 minutos para saber cómo voy. Eso sí que ayuda. O mejor aún, mire sobre mi hombro y corríjame cada vez que doy un teclazo equivocado en el ordenador.
Siempre salga de la oficina sin decirme adónde va. Eso me brinda la oportunidad de estimular mi creatividad cada vez que alguien me pregunte por usted.
Si mis manos están llenas de papeles, cajas ó libros, ¡no me abra la puerta!. Necesito aprender a valerme por mí mismo en el caso de que me quede impedido: abrir las puertas sin ayuda es un excelente ejercicio.
Si me da más de una misión por cumplir, no me diga cuál es la prioridad. Así podré ejercitar la telepatía.
Haga hasta lo imposible por tenerme en la oficina hasta tarde. Me encanta estar aquí y en realidad no tengo adónde ir ni nada más que hacer que no sea mi trabajo. Casi carezco de vida propia.
Si mi rendimiento le satisface, manténgalo en secreto. Si se sabe, podría ser causante de un ascenso. Además, si no lo sé, me seguiré esforzando para que así sea.
Si no le satisface mi trabajo, hágaselo saber a todo el mundo: me encanta que mi nombre sea el más mentado en las conversaciones. Pero no me lo diga a mi, podría herir mis sentimientos.
Método para contratar personal
Ponga unos cien ladrillos sin ningún orden particular en un cuarto que además de la puerta sólo tenga una ventana.
Luego meta 2 ó 3 candidatos en el cuarto y cierre la puerta. Déjelos solos y regrese 6 horas después y proceda a analizar la situación.
Si están contando los ladrillos, póngalos en el departamento de contabilidad.
Si los están recontando, póngalos en auditoria.
Si han vuelto un lío el lugar соn los ladrillos, póngalos en ingeniería.
Si están acomodando los ladrillos de un modo raro, póngalos en planificación
Si se están tirando los ladrillos, póngalos en operaciones.
Si están durmiendo, póngalos en seguridad.
Si rompieron los ladrillos en pedacitos, póngalos en tecnología de información
Si están sentados sin hacer nada, póngalos en recursos humanos
Si dicen que han probado varias combinaciones, aunque no han movido un solo ladrillo, póngalos en ventas.
Si se han ausentado por el resto del día, póngalos en mercadeo.
Si están mirando por la ventana, póngalos en planificación estratégica.
Y, por último -aunque no menos importante- si están conversando y no han movido un solo ladrillo, felicítelos y póngalos en la alta gerencia.
Un hacendado se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz.
- Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo.
- No se preocupe patrón, que nada va a suceder.
- No sé, es que tú eres bien bruto.
Dos semanas después vuelve el hacendado.
- Y, Cholo, ¿Alguna novedad?
- No patroncito, nada ha pasado.
- ¿Estás seguro? Que tú eres medio bruto.
- Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su gato.
- ¡Mi gato de angora! ¿Cómo que se murió mi gato?
- Se murió de indigestión.
- ¿Cómo que de indigestión? Si sólo comía atún y caviar.
- Es que comió carne de caballo.
- ¿Qué caballo?
- Su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne.
- ¡Bruto! ¿Qué pasó соn mi caballo de paseo?
- Se murió del esfuerzo.
- ¿Qué esfuerzo?
- Pues de cargar agua.
- ¡Agua! ¿Para qué?
- Para apagar el incendio.
- ¿Qué incendio?
- El de su casa, pues.
- ¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa!
- Nada, se quemó por la vela.
- ¿Qué vela?
- La del velorio de su esposa.
- ¡Mi esposa infeliz! ¿Qué le pasó?
- Se murió de la impresión.
- ¿Qué impresión?
- ¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse.
Y el hacendado le empieza a retar al capataz cuando éste suplicando dice:
- ¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, no le contaba lo del gato
Un empleado al saber la noticia de que su patrón había muerto en un accidente en el trabajo, pregunta a sus compañeros quién le daría la triste noticia a su esposa. Al preguntarles, les indica que tienen que ser cuidadosos y sensibles al comunicar la mala nueva. Pepo, quien era graduado de sicología, se ofreció y rápidamente procedió a llamar a la esposa de su patrón:
Ring, ring, ring...
¿ Bueno?
Hola, ¿se encuentra la señora Martínez?
Sí, ella le habla.
¡ Usted acaba de ganarse 2 millones de dólares!
¡ Cómo! ¿Pero cómo así?
Al convertirse hoy en viuda, la compañía de seguros de su difunto marido, acaba de recibir la autorización para emitir el pago.
¡ No! ¡Dios mío!
¡ Sí señora! ¡Ni yo mismo lo creo!