Un abuelo de pueblo, соn su bastón, su boina a cuadros y su dentadura postiza de recambio en el bolsillo, se acerca a la ventanilla de la estación de tren y dice:
- Perdone, ¿tiene un billete para Legreño?
- El vendedor, mientras le saca el billete, le corrige en voz alta:
- Un billete para Logroño para el señor.
- Perdón, es para Legreño. Será para Logroño, ¿no?
- No, no. Para Legreño. La cosa se pone tensa porque los 2 insisten hasta que el abuelo indignado dice:
-¡ Vamos, Legreño! vámonos de aquí, que este maleducado no quiere darte ningún billete.