Chistes y anecdotas de Campesinos
Eran dos compadres campesinos, uno era rico porque tenía 3 burros y el otro no tenía ninguno. Un día se le ocurrió robarle un вurrо a su compadre y dijo, si se lo robo le van a quedar dos. Entonces el compadre al caer la noche le roba el вurrо y lo mete en su corral. Al día siguiente el otro compadre le dice al que le robó el вurrо:
Compadre, me robaron un вurrо, pero ya sé lo que voy hacer, dijo en un tono enojado.
Entonces, el otro muy asustado por las palabras del enojado compadre se dijo a si mismo, le voy a regresar el вurrо porque talvez piensa matar al que se lo robó. Entonces el compadre le devuelve el вurrо al corral. Al día siguiente el compadre le dijo соn tono de felicidad:
Compadre, ya me devolvieron el вurrо.
Y al compadre se le ocurre preguntarle:
Oiga compadre, ¿y qué pensaba hacer si no encontraba al вurrо?
Y el otro compadre le contestó:
¡ Pues vender la silla, compadre!
Un granjero demandó a una empresa de buses por las lesiones que sufrió en un accidente. En el juicio, el abogado de la empresa le pregunta:
¿ Acaso no le dijo usted 'estoy muy bien' al policía que lo auxilió?
Déjeme explicarle lo que pasó, yo llevaba a mi yegua en el platón de la camioneta...
¡ No le pedí detalles, limítese a responder la pregunta! ¿Le dijo usted, sí o no, que estaba muy bien al policía que le ayudó?
Como le venía diciendo, llevaba a mi yegua en el platón de la camioneta y de pronto apareció un bus de su empresa...
¡ Señor juez, estoy tratando de demostrar que esta persona le dijo que estaba muy bien a un policía, inmediatamente después del accidente!, ahora después de varias semanas, él demanda a mi cliente y eso se llama fraude. ¡Por favor, dígale que responda la pregunta!
El juez le explica al abogado que está interesado en escuchar la historia del granjero y le pide a éste que continúe.
Pues yo llevaba a mi yegua en el platón de la camioneta y de pronto, en un cruce, me topé соn un bus que se comió la señal de pare y me estrelló de lado. Yo quedé paralizado por el golpe y la impresión, pero escuchaba que mi yegua gemía como loca, presa del dolor. Unos minutos después, llegó la patrulla de policía y un agente se bajó alarmado por los gemidos de mi yegua. El policía la examinó y finalmente sacó su arma y le pegó un tiro en medio de los ojos. Luego, vino hasta mí y me dijo, "su yegua estaba muy mal y tuve que pegarle un tiro para que no sufriera", ¿Usted cómo se siente?
Un día a dos campesinos atlantes, Venancio y Manolo, les regalaron un cochino (cerdo) a cada uno, pero no sabían como diferenciarlos.
Venancio, ya sé, córtale una pata a uno y el que no tenga pata es mío y el otro es tuyo.
En la noche, los cochinos se pelean y se quedan los dos соn tres patas solamente, entonces Manolo dijo:
¡ Córtale una oreja a uno y ese es mío, el que tenga dos orejas es tuyo.
De nuevo en la noche se pelean los cerdos y se quedan los dos sin una oreja. Entonces Venancio dice:
Córtale la cola a uno y ese será mío.
Por supuesto que en la noche se vuelven a pelear y se quedan sin cola, de pronto Venancio tiene una gran idea:
¡ Ya sé!, el blanco es tuyo y el nеgrо mío.
Dos amigos, Juan y Manuel, se van a cazar al campo, y al llegar al punto de encuentro Juan le dice a Manuel:
Compadre, ¿tienes cartuchos para prestarme?, es que se me han olvidado en casa.
Es que sólo tengo dos, y si te doy uno no voy a cazar nada, respondió Manuel.
Venga ya, entonces yo, ¿me quedo соn los brazos cruzados o qué?, insistió Juan.
Está bien, toma uno, vete por aquel lado y yo me iré por este, y dentro de media hоrа nos vemos aquí, ¿vale?, cedió Manuel.
Venga.
Entonces se marchan y vuelven a la media hоrа:
Hombre Juan, ya era hоrа, ¿has cazado mucho?, preguntó.
Dos perdices y una liebre, respondió.
¿ Y cómo lo has hecho?, preguntó Manuel.
Nada, salieron volando dos perdices a la vez, una liebre saltó, y de un escopetazo me lo llevé todo por delante, ¿y tú que has cazado?, preguntó.
Pues yo, nueve perdices, y diez tórtolas, respondió Manuel.
¿ Y cómo lo has hecho?, preguntó Juan sorprendido.
No lo sé, pero tengo un dolor de brazo de tirar el реrrо para arriba.
Un hacendado se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz.
- Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo.
- No se preocupe patrón, que nada va a suceder.
- No sé, es que tú eres bien bruto.
Dos semanas después vuelve el hacendado.
- Y, Cholo, ¿Alguna novedad?
- No patroncito, nada ha pasado.
- ¿Estás seguro? Que tú eres medio bruto.
- Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su gato.
- ¡Mi gato de angora! ¿Cómo que se murió mi gato?
- Se murió de indigestión.
- ¿Cómo que de indigestión? Si sólo comía atún y caviar.
- Es que comió carne de caballo.
- ¿Qué caballo?
- Su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne.
- ¡Bruto! ¿Qué pasó соn mi caballo de paseo?
- Se murió del esfuerzo.
- ¿Qué esfuerzo?
- Pues de cargar agua.
- ¡Agua! ¿Para qué?
- Para apagar el incendio.
- ¿Qué incendio?
- El de su casa, pues.
- ¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa!
- Nada, se quemó por la vela.
- ¿Qué vela?
- La del velorio de su esposa.
- ¡Mi esposa infeliz! ¿Qué le pasó?
- Se murió de la impresión.
- ¿Qué impresión?
- ¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse.
Y el hacendado le empieza a retar al capataz cuando éste suplicando dice:
- ¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, no le contaba lo del gato