Chistes de la escuela, Chistes y anécdotas Educativos
Era el examen final de inglés en la facultad. Como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a los nuevos estudiantes.
El examen duraba dos horas y cada estudiante recibió su correspondiente hoja de examen соn las preguntas.
El profesor era muy recto y severo, catedrático a la antigua usanza, y le dijo a toda la clase que si el examen no estaba sobre su mesa después de dos horas exactamente, no se aceptaría, y el estudiante sería suspendido.
Media hоrа después de empezar el examen, un estudiante entró por la puerta y le pidió una hoja de examen al profesor:
- No va a tener tiempo usted para terminarlo, dijo el profesor al dársela.
- Si que lo terminaré, contestó el estudiante.
Se sentó y empezó a escribir. Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y todos los estudiantes, en ordenada fila, los entregaron. Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase.
Después de otra media hоrа, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un libro. En el instante en que intentó poner su examen encima del montón, dijo el profesor al alumno:
- Ni lo intente. No puedo aceptar eso. Ha terminado tarde.
El estudiante lo miró furioso e incrédulo.
- ¿Sabe quién soy? -le preguntó-.
- No, no tengo ni la menor idea -contestó el profesor en tono de voz sarcástico-.
- ¿Sabe quién soy? -preguntó nuevamente el estudiante, apuntándose a su propio pecho соn su dedo, y acercándose de manera intimidante-.
- No, y no me importa en absoluto -contestó el profesor соn un aire de superioridad-
En ese momento, el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón, entre todos los demás.
- ¡Eso es perfecto! -exclamó-.
Y se marchó.
Un buen amigo, hombre más bien de letras, me envió contento la explicación del teorema de Pitágoras. Reconozco que Pitágoras siempre me ha caido bien, sobre todo desde que leí unafrase suya, que 2.500 años después sigue totalmente vigente, y que dice: Más le vale a un hombre tener la boca cerrada, y que los demás le crean тоnто, que abrirla y que los demás se convenzan de que lo es.
Pero volvamos a lo de mi amigo.
Parece que Pitágoras no paraba mucho en su casa, y Enusa, su esposa, aprovechaba tal situación para copular соn 4 campesinos analfabetos y bastante catetos que cuidaban sus tierras.
Un día que Pitágoras volvió temprano a casa (nunca hay que volver antes de lo habitual a casa sin avisar), los sorprendió, y muy enfadado mató a los cinco. Luego decidió enterrarlos en el jardín, un precioso terreno de forma rectangular, el doble de largo que de ancho.
En consideración a su esposa dividió el terreno por la mitad, quedando dos cuadrados iguales y en uno de ellos enterró a Enusa.
El otro cuadrado lo dividió en cuatro partes iguales y enterró en ellos a cada uno de los campesinos; de esa forma entre los cuatro ocuparon un espacio idéntico al que ocupaba la esposa.
Luego, ya más calmado, subió a la montaña para meditar y mirando desde la cima hacia su jardin pensó:
"El cuadrado de la рuта Enusa, es igual a la suma de los cuadrados de los catetos".
¡ Si así me lo hubieran explicado en el cole, nunca lo hubiera olvidado!