Chistes de extraterrestres
Los marcianos por la estación de gasolina
Dos marcianos descendieron de su platillo volador. Era de madrugada; en las calles de la ciudad no había gente. Pasaron los extraterrestres por una gasolinera. El que iba adelante se planta frente a una de las bombas y le ordena соn voz ronca y gutural:
¡ Condúceme ante tu jefe!
El otro marciano se acerca a su compañero y le dice al oído:
No te metas соn ese tipo, es peligroso.
¡ Bah!, se burla el primero, es sólo un terrícola, hará lo que yo le mande.
Diciendo esto, le apunta a la bomba соn su rifle de rayos y le ordena otra vez:
¡ Llévame соn tu jefe!
La bomba, claro, no responde.
Déjalo en paz, vuelve a recomendar el otro marciano соn temor, te digo que ese sujeto es peligroso.
¡ Conmigo no!, exclama su compañero.
Y diciendo esto dispara un rayo contra la bomba de gasolina.
¡ BRRROOOOOM! Se produce una explosión terrible, los dos marcianos saltan por el aire y van a caer todos maltrechos unos cientos de metros más allá.
¡ Tenías razón! Gime el marciano que había disparado.
¿ Cómo supiste que el individuo ése era peligroso?
A lo que el otro responde penosamente:
Alguien que se da tres vueltas al cuerpo соn una manguera, y luego se la cuelga en la oreja, ¡tiene que ser un tipo peligroso!
Una pareja de recién casados pasan su luna de miel en una casa en las afueras de la ciudad, cuando en mitad de la noche son sorprendidos por extraños ruidos y luces multicolores que vienen desde el jardín.
Se levantan sin ropa, como estaban, y ven que hay una nave de la cual descienden una pareja de seres de otro planeta, muy similares a ellos aunque un poco más espigados y cabezones.
Los visitantes explican que vienen en una misión de intercambio, y los recién casados los invitan a seguir a su casa.
Después de una animada conversación y unos cuantos cócteles venusinos, los terrícolas aceptan hacer el intercambio (de parejas) propuesto por los visitantes.
Cada uno de los varones va y se acuesta соn la pareja del otro. Al otro día, una vez que los extraterrestres se han ido, los recién casados se sientan a contarse las experiencias vividas la noche anterior y la primera en hablar es la dama:
- En un principio -dice ella- sentí un poco de decepción y risa al ver que el tamaño del órgano reproductor del marciano parecía el de un niño de 5 años, pero inmediatamente él, me explico que el tamaño lo podían acoplar solamente torciéndose las orejas en rosca izquierda o derecha, según la exigencia de la pareja. Fue así como en segundos llegamos a "ese" tamaño que yo deseaba y la pasamos de maravilla. ¿Y a ti, como te fue?
-¡ Mal! -contesta el hombre tirándose de espaldas en el sofá- Yo creí que esa marciana se había vuelto loca, porque estuvo desesperada toda la noche ¡TORCIÉNDOME LAS OREJAS!