San Pedro llama a un ángel y le dice:
- Esta mañana tengo que ir a hacer un par de trámites a una nube, así que te dejo cuidando las puertas del Cielo.
El ángel, aterrado, le dice que no tiene idea de a quién tiene que dejar pasar y a quién no, pero San Pedro lo tranquiliza:
- Mira, por hoy vamos a simplificar. Aquí tienes una Biblia y un fajo de billetes de cien euros. Dale a elegir a los que lleguen: si cogen la Biblia les dejas pasar, y si cogen un billete los mandas al Infierno. Y aquí tienes mi número de móvil por si hay algún problema.
San Pedro se va, y pasa la mañana соn sus cosas, hasta que suena el teléfono. Es el ángel:
- Mire, San Pedro, hasta ahora todo iba bien, pero acaba de llegar un tío que cuando le di a elegir me dijo:
- ¿Puedo ver un poco?.
Se puso a hojear la Biblia, y cada tanto decía:
- ¡Hum, qué interesante!.
Y agarraba un billete de cien y marcaba la página; y así hasta quedarse соn la Biblia y todos los billetes. ¿Qué tengo que hacer?".
- Déjalo pasar, hijo, que ese es del Opus.
Se muere Picasso y va al cielo. En la puerta San Pedro le pregunta:
- ¿Cual es tu nombre, hijo mio?.
- Yo soy el gran Picasso, san Pedro.
- Demuéstralo.
Entonces Picasso agarra un lápiz y 15 minutos después ¡fah!, habia hecho un mural de 13mx18m que hacía que el Guernica pareciera un vómito de pájaro. Y San Pedro le dice:
- Entra, que eres Picasso.
Se muere Neruda y va al cielo. En la puerta San Pedro le pregunta:
- ¿Cuál es tu nombre, hijo mio?.
- Yo soy Pablo Neruda.
- Demuéstralo.
Entonces Neruda agarra un lápiz y escribe un libro de poemas соn prólogo incluído. Y San Pedro le dice:
- Entra, que eres Neruda.
Se muere Bush y va al cielo.
En la puerta San Pedro le pregunta:
- ¿Cuál es tu nombre, hijo mio?.
- Yo soy George Walker Bush, el líder del mundo libre.
- Demuéstralo.
- ¿Cómo que demuéstralo?. ¿Usted no sabe quién soy yo?. ¡¡Yo soy el presidente de los Estados Unidos!!.
- Pero es el procedimiento habitual, señor. Hace poco Neruda y Picasso tuvieron que pasarlo.
- ¿Y esos quienes son?.
- Entra, que eres bush...
Un cura y una monja estaban en un refugio, solos. En el refugio había una cama, una bolsa de dormir y un montón de mantas.
El cura, un caballero, le dice a la monja que duerma en la cama, y que él se tira en el suelo. Se mete en la bolsa de dormir, sube el cierre hasta arriba, y se dispone a dormir. En eso, la monja exclama:
- Padre, tengo frío.
Entonces, el cura baja el cierre de la bolsa, agarra una manta, se la coloca arriba de la cama, se mete dentro de la bolsa de dormir, y sube el cierre hasta arriba de todo. Cuando cierra los ojos la monja le dice:
- Padre tengo mucho frío.
El cura baja nuevamente el cierre, sale de la bolsa de dormir, agarra otra manta, se la coloca arriba de la otra, y nuevamente se mete en la bolsa, sube el cierre hasta arriba, y cierra los ojos para dormir.
Nuevamente se escucha la voz de la monja que le dice:
- Padre, ¡¡estoy congelada!!.
- Hermana, - contesta el padre - ya que estamos solos, lejos de la civilización, ¿usted tendría problemas en que hagamos como marido y mujer?.
La hermana соn voz coqueta le dice que no, a lo que el cura responde:
- Entonces levántate, anda a buscar la manta, ¡¡¡y no me rompas más las реlотаs!!!.
Un cura recién ordenado se confiesa por primera vez соn su obispo:
- Dime hijo mío ¿qué tal has llevado los votos durante esta tu primera semana?
- Verá eminencia, en cuanto a la pobreza he regalado mi hábito y me visto соn uno que ya había desechado, mis sandalias están rotas y llenas de agujeros y doy la mitad de mi comida a los pobres que vienen al comedor.
- Muy bien, hijo mío, muy bien, continúa.
- En cuanto a la obediencia hago cualquier cosa que me mande cualquier otro padre sin pensar en si es justo o adecuado, dando gracias al Señor por tener el privilegio de obedecer.
- Muy bien, hijo mío, excelente, excelente.
- Finalmente, eminencia, en esta semana he hecho el amor соn 37 mujeres.
El obispo casi se cae de la silla y соn ojos desorbitados pregunta:
- Pero ¡hijo mío! ¡¿y el voto de castidad?!
El curilla, asustado y соn cara de perplejidad responde:
- Pero... ¿no era voto de cantidad?