Era una vez un señor que tenía una gata y ya no la quería más, entonces se fue al monte y la tiró. Después de unos días la gata regresó, y el señor se la llevó y la tiró del otro lado del monte, y la gata volvió. Entonces, le preguntó a su compadre, cómo lo podía hacer para que no volviera y éste le dio algunas indicaciones.
El señor le da las indicaciones, cruza el monte, ve al río y crúzalo, voltea a la derecha, luego a la izquierda, otra vez a la derecha, cruza el puente y deja la gata.
Después de una semana el señor llegó соn el compadre todo sucio, cansado, hambriento, desvelado y sediento, y el compadre le pregunta:
¿ Cómo te fue?
Y el señor le contesta:
Hombre compadre, si no es por la gata, ¡no regreso!
Un día a dos campesinos atlantes, Venancio y Manolo, les regalaron un cochino (cerdo) a cada uno, pero no sabían como diferenciarlos.
Venancio, ya sé, córtale una pata a uno y el que no tenga pata es mío y el otro es tuyo.
En la noche, los cochinos se pelean y se quedan los dos соn tres patas solamente, entonces Manolo dijo:
¡ Córtale una oreja a uno y ese es mío, el que tenga dos orejas es tuyo.
De nuevo en la noche se pelean los cerdos y se quedan los dos sin una oreja. Entonces Venancio dice:
Córtale la cola a uno y ese será mío.
Por supuesto que en la noche se vuelven a pelear y se quedan sin cola, de pronto Venancio tiene una gran idea:
¡ Ya sé!, el blanco es tuyo y el nеgrо mío.