Era el último león que existía en el planeta, se encontraba en Italia, por supuesto no hablaba bien el español, pero más o menos el idioma de los animales.
Su dueño, estaba muy mal económicamente y no lo podía mantener más, así que decide enviarlo a su país natal, África.
El león al llegar, recuerda que sus ancestros eran nada más y nada menos que los reyes de la jungla, y en consecuencia él era el rey.
El nuevo rey decide dar un paseo y así poder conocer a sus súbditos.
Se encuentra a la gacela y le pregunta:
¿ Cómo te llamas?
La gacela, responde:
Soy la gacela, ¿Y tú quién eres gafo?
Yo, soy el nuevo rey de la selva, y te voy a comer mañana. Y lo anota en su agenda.
Sigue caminando y se encuentra a la jirafa y le pregunta:
¿ Cómo te llamas?
La jirafa responde:
Soy la jirafa, ¿Y tú quién eres еsтúрidо?
Yo, soy el nuevo rey de la selva y te voy a comer pasado mañana. Y lo anota en su agenda.
El león sigue su camino соn sus ínfulas de grandeza y se encuentra al rinoceronte y le pregunta:
¿ Y tú cómo te llamas?
El rinoceronte, responde:
Yo soy el rinoceronte, ¿Y qué?
El león responde:
Por tu falta de respeto te voy a comer dentro de dos días.
El rinoceronte responde:
Ay si, mira como tiemblo, tú no ves que de una cornada te mato si quiero.
Y el león dice:
¡ Por eso te borro de la lista!
Era un partido de baseball entre elefantes y hormigas, al turno en el cierre de la novena entrada соn bases llenas los elefantes, marcador hasta el momento; hormigas 5, elefantes 5. En eso gran batazo del señor elefante, un hit al jardín derecho, la multitud grita:
¡ Corre, corre, corre!
El elefante pasa primera y voltea, su entrenador lo manda a segunda y el corre, pasa por la almohadilla y voltea, y el entrenador lo manda a tercera y luego a home, pero la jugada se aprieta y la bola ya va hacia home, parece que ambos llegaran al mismo tiempo. La multitud grita desesperada:
¡ Barrete, barrete, barrete!
El elefante se tira de panza unas milésimas antes de que llegue la bola, pero en el clavado arrolla a la hormiga catcher, al darse cuenta se levanta de inmediato, toma a la hormiga en sus manos, la sacude y le dice:
Perdón hormiguita, fue sin querer.
A lo que ella responde:
No se preocupe señor elefante, yo en su caso hubiera hecho los mismo.
Estaba una vez un par de amigos platicando, uno de ellos le comentaba al otro:
Sabes, me he sentido muy deprimido, he pensado incluso en el suicidio.
Pero, cómo, si estás en la plenitud de tu vida.
No lo sé, es que no tengo соn quien platicar y me siento bastante solo.
Lo que necesitas es eso precisamente, compañía.
El amigo que daba el consejo era dueño de una tienda de mascotas y le dice:
¿ Por qué no te llevas uno de mis loros, son muy parlanchines y en unos días no te sentirás sin compañía?
Me parece bien.
Nada más que lo vas a tener que tomarlo tú mismo porque yo tengo que irme.
Pero yo no sé nada de aves.
No creo que te confundas, no tengo tantos pájaros, adiós.
Bueno, adiós.
El deprimido entró entonces y tomó el primer ave que vio sin saber que lo que llevaba no era un perico sino un loro. Días después se volvieron a encontrar ambos amigos:
¡ Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido соn el perico?
Pues bastante bien.
¿ Ya te ha empezado a hablar?
Pues hablar, hablar, lo que se dice hablar, no, pero vieras que atención me pone el condenado.