El rey de la selva, o sea el león, convoca a todos los animales a una junta urgente. Todos los animales se reúnen en el sitio de las juntas para escucharlo. Ya todos reunidos ven llegar al león en su carro último modelo. Llega, se baja del carro y se sube al estrado para hablar, y les dice соn voz autoritaria:
Los he convocado para darles la orden, de que, el más feo de ustedes me lave mi carro, ahí se los dejo.
Los animales empiezan a discutir de quién lo hará. El pavo real dice:
Pues yo no, mis plumas son hermosas, y se va.
La cebra dice:
Pues yo tampoco, mis rayas no las tiene nadie, y se va.
La jirafa dice:
Pues yo tampoco, mi cuello largo me destaca de ustedes, y se va.
Así van diciendo un por uno, al final sólo se quedan el sapo y el cocodrilo. Se miran fijamente a ver quién se decide hablar primero, viéndose los dos a los ojos, el cocodrilo le dice al sapo:
Mira sapo no nos hagamos los tontos, yo lo lavo y tú lo secas.
Estaba el Rey León todo borracho caminando por la selva, toma entre sus patas al conejo, lo levanta por las orejas, lo acerca amenazadoramente a sus ojos y le pregunta:
Conejo, ¿Quién es el Rey de la Selva?
¡ Tú León, sólo tú!, responde el conejo asustado.
El León lo suelta y hace lo mismo соn la tortuga, el jabalí, el búho, y se encuentra al elefante, lo toma por la trompa y le pregunta:
Elefante, ¿Quién es el Rey de la Selva?
A lo que el elefante lo enrolla en su trompa y lo golpea repetidas veces contra el piso, y los árboles cercanos, y lo lanza contra un muro de piedra.
Se levanta el León todo moreteado y dice:
¡ Pero bueno, vale, si no sabes no te pongas bravo!