En una hermosa mañana, un jefe de proyectos, un analista de sistemas y un programador estaban paseando por una playa para distraerse del proyecto que los había tenido de cabeza durante largos meses.
De repente, encontraron una lámpara casi oculta en la arena. Obviamente, uno de ellos la frotó sin mucha esperanza y grande fue su sorpresa cuando apareció un genio. Al verlos, el genio dijo:
- Bueno, imagino que conocen el procedimiento habitual para estos casos. Ustedes saben, eso de los tres deseos.
Los hombres estaban atónitos ante aquel inesperado espectáculo. Luego el genio continuó diciéndoles:
- Normalmente se los concedo a una sola persona, pero en este caso, como ustedes son tres los que me han encontrado, les concederé un deseo a cada uno.
El programador, igual de apurado como siempre, quiso ser primero y dijo:
- Me gustaría pasar el resto de mi vida viviendo en una gran casa en Fort Lauderdale, sin problemas de dinero y rodeado de hermosas mujeres que me idolatren.
El genio le concedió el deseo y le envió a la casa de Fort Lauderdale, соn mucho dinero y muchas mujeres. Después siguió el analista de sistemas:
- Me gustaría pasar el resto de mi vida en un gran y lujoso crucero en el mediterráneo, sin problemas de dinero y rodeado de hermosas mujeres que me idolatren.
El genio le concedió el deseo y le envió al crucero en el mediterráneo, соn mucho dinero y muchas mujeres. Al final, le tocó el turno al jefe de proyectos:
- ¿Cuál será tu deseo? - Preguntó el genio.
- ¡Quiero a ese par de estúpidos de regreso a la oficina después del almuerzo!
Un tipo va en coche por la carretera y se da cuenta de que está perdido. Se detiene en un arcén y pregunta a un viandante que pasaba por allí:
- Oiga, ¿puede ayudarme? He quedado a las seis соn unos clientes, llevo dos horas de retraso y no sé dónde estoy.
- Por supuesto,le contesta el viandante,está usted en el interior de un coche, a 8 kilómetros del centro de la ciudad, entre 43 y 45 grados latitud norte y 60 y 63 longitud oeste.
El del coche lo mira fijamente y le dice:
- Usted es ingeniero, ¿a que sí?
- Pues sí que lo soy. ¿Cómo lo ha sabido?
- Muy fácil, porque todo lo que me ha dicho es "técnicamente correcto", pero "prácticamente inútil". Yo sigo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer соn su información.
El ingeniero lo mira y dice:
- Es usted jefe, ¿verdad?
- Pues mire, sí, lo soy. ¿Cómo lo sabe?
- Por cuatro razones. Primero: ni sabe dónde está, ni hacia dónde va. Segundo: ha hecho una promesa que no puede cumplir. Tercero: espera que sea otro quien le resuelva su problema. Y cuarto: está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de encontrarnos, pero ahora, por algún motivo, parece que la culpa es mía.