Una pareja de esposos estaba cenando en un restaurante, cuando observaron que entró un amigo de ambos acompañado de una desconocida.
La señora le comentó a su esposo:
- Ese que entró es Juan, pero esa no es su esposa.
- No, es una amante que él tiene - dijo el hombre calmadamente.
La mujer comenzó a criticar la actuación de su amigo, y el esposo la paró en seco diciéndole:
- No te metas en esos asuntos, deja que los otros vivan su vida.
Los esposos siguen cenando, cuando se acerca a ellos una chica guapísima que le dice al marido:
- Oye, me dejaste esperando ayer.
- Sí, se me presentó un problema, pero yo paso por tu casa hoy.
- Okay, nos vemos - dice la chica, retirándose de la mesa ante el asombro de la esposa, quien le preguntó en seguida a su marido:
- Y ésa, ¿quién es?
- Esa es mi amante - le aclaró el hombre.
La mujer se puso como el diablo, y comenzó a decirle improperios al marido, pidiéndole hasta el divorcio.
- No hay problema, yo te doy el divorcio. Pero recuerda que la casa, el auto y el negocio están a mi nombre. También vete olvidando de los viajes a Europa y de las tarjetas de crédito, tus spa, el terapeuta, las compras en N. Y., la casa de playa, tu BMW, el chofer y la pensión de tu mamá.
La mujer se calla, y luego de analizar la situación, le dice al esposo:
- La amante de nosotros es más bonita que la de Juan, ¿no?
Una pareja estaba comiendo en un restaurante, él concentrado en su plato, соn cara de aburrido y ella, mirando al resto de la gente. La señora de repente reconoce una cara conocida en el bar.
Mira, Ernesto, dice la señora, соn lo que el aludido, todavía соn cara de lata, levanta su cabeza, ahí está mi "ex", chupando (bebiendo) como enfermo en el bar. Ha estado bebiendo así por diez años, desde que lo dejé.
No hables leseras, dice el actual marido, volviendo a su comida, si no es para tanto, como para que el pobre todavía siga celebrando.
Hace años, me casé соn una viuda que tenía una hija, de la cual se enamoró mi padre y la hizo su esposa. En el acto, mi padre se convirtió en mi yerno, y mi hijastra, se transformó en mi nuera y madrastra. Mi mujer tuvo un hijo, que fue hermano de la mujer de mi padre; es decir, mi tío. La mujer de mi padre, mi hijastra y madrastra, también fue madre de un muchacho, que resultó ser, a la vez, mi hermanastro, hijo de mi madrastra, y mi nieto, el hijo de la hija de mi mujer. Es más, mi mujer resultó abuela, por ser la madre de la mujer de mi padre. De modo que no sólo soy el marido de mi mujer; sino también su nieto, por ser hermanastro de un nieto suyo. Mi mujer es mi abuela, y como el marido de la abuela de cualquier persona es su abuelo, YO SOY MI ABUELO.
- Esposa: ¿A dónde vas?
- Marido: Salgo un rato.
- ¿Te vas соn el auto?
- Sí.
- ¿Tienes bencina?
- Sí, ya le puse.
- ¿Vas a tardar mucho?
- No mucho.
- ¿A dónde vas?
- No sé, por ahí. A dar una vuelta.
- ¿Y no prefieres ir caminando?
- No, voy соn el auto.
- ¿Me traes un helado?
- ¿De qué sabor?
- De chocolate.
- Bueno, voy a la vuelta por la heladería y te traigo.
- ¿A la vuelta?
- Y si no, se derrite.
- ¿Por qué no vas ahora, vuelves y me lo dejas?
- Mejor a la vuelta, va a ser mejor.
- Ya...
- Cuando vuelvo tomamos el helado juntos.
- Pero a ti no te gusta el chocolate.
- Me compro otro.
- ¡Trae de vainilla!
- Tampoco me gusta la vainilla.
- Entonces de frutilla, que nos gusta a los dos.
- OK. Besos, vuelvo en un rato.
- Mijito.
- ¿Qué?
- Mejor frutilla no. Trae limón.
- ¡No me gusta el limón!
- Entonces traeme chocolate a mí y para ti lo que quieras.
- Fue lo que dije al principio.
- ¿Estás siendo irónico?
- No, me voy.
-¡ Dame un beso!
- Bueno... (beso)
- ¿Vas соn tu auto o соn el mío?
- Соn el mío.
- Usa el mío, tiene CD. El tuyo no.
- No voy a oír música, voy a despejarme un poco.
- ¿Necesitas despejarte?
- No sé, cuando salga te digo.
- ¡No tardes!
- No tardo... (abre la puerta).
- Amor...
- ¿Y ahora qué...?
- ¡Qué grosero! ¡Mejor ándate!
- Estoy intentando irme y no me dejas.
- ¿Por qué tienes que ir solo? ¿Te vas a encontrar соn alguien?
- ¿Qué quieres decir?
- Nada.
- (Cariñoso) ¿Creés que te estoy engañando соn alguien?
- No... claro que no... pero tú sabes cómo son.
- ¿Cómo son quiénes?
- ¡Los hombres!
- ¿Estás generalizando o estás hablando de mí?
- Estoy generalizando.
- Entonces no se aplica a mí. Sabes que no te haría algo así.
- Ya, bueno. Anda entonces.
- Me fui.
- Espera.
- ¡Ay por Dios! ¡¿Qué?!
- Llévate el celular, ¿quieres?
- ¿Para qué? ¿Para que me estés llamando a cada rato?
- No. Por si pasa algo.
- No te preocupes.
- Perdóname por la desconfianza. ¡Es que te extraño!
- Está bien. No quise contestarte así. Te amo.
- ¡Yo también!
- ¿Puedo usar tu celular?
- ¿Para qué?
- Es que me gustan unos jueguitos.
- ¿Quieres mi celular para jugar?
- Sí.
- Usa la computadora, hay un montón de juegos ahí.
- No entiendo ese aparato...
- ¿Y para qué me hiciste que te la comprara el mes pasado?
- No importa. Llévate el celular porque si no, lo voy a usar.
- Úsalo, no hay nada importante en él.
- ¿Sí?
- Sí.
- ¿Dónde está?
- ¿Qué cosa?
- ¡Lo que debería estar en el celular y no está!
- ¿Qué?
- ¡Nada! ¡Olvídalo!
- ¿Estás nerviosa?
- No, no estoy.
- Entonces me voy.
- Lo último.
- -¿¿¡¡QuééééÉÉÉÉ!!??
- ¡No quiero más el helado!
- ¿Ah no?
- ¡No!
- ¡Entonces yo no voy a salir!
- ¿Ah no?
- ¡No!
- ¿Entonces te quedas conmigo?
- No, me aburriste. ¡Me voy a dormir!
- ¿Estás nervioso?
- ¡Sí!
- ¿Y por qué no te vas a dar una vuelta para despejarte?