Unos recién casados llegan a su luna de miel, y la esposa muerta de miedo le dice al marido:
- Mi amor, yo no sé nada de esto... perdóname pero vas a tener que enseñarme.
- No te preocupes -dice el hombre frotándose las manos. Lo haremos como si fuera un juego...
- Bueno, ¿cómo se llama juego?
- El juego se llama "EL REO Y LA PRISIÓN". Tus partes íntimas serán "la prisión" y lo mío será "el reo". El juego consiste en meter al reo en la prisión y no permitir que se salga...
La pareja empieza el juego, y juegan hasta quedar exhaustos. El hombre se tiende en la cama, pero la chica se le abalanza encima diciéndole:
- Amor, ¡el reo se fugó de la prisión!
El hombre encantando соn la reacción de la chica, conduce de nuevo al reo "tras las rejas". Cuando terminan, el hombre trata de tomar un merecido descanso cuando la muchacha exclama:
- Mi amor, ¡se ha fugado de nuevo!
El hombre ya casi sin fuerzas, toma al reo por el cuello y lo conduce de nuevo. Pero una vez más al terminar la chica dice:
- Mi amor... ese prisionero es un bribón, se salió otra vez...
- ¡Саrаjо, no más! ¡El reo no tení cadena perpétua!
Una pareja de recién casados pasan su luna de miel en una casa en las afueras de la ciudad, cuando en mitad de la noche son sorprendidos por extraños ruidos y luces multicolores que vienen desde el jardín.
Se levantan sin ropa, como estaban, y ven que hay una nave de la cual descienden una pareja de seres de otro planeta, muy similares a ellos aunque un poco más espigados y cabezones.
Los visitantes explican que vienen en una misión de intercambio, y los recién casados los invitan a seguir a su casa.
Después de una animada conversación y unos cuantos cócteles venusinos, los terrícolas aceptan hacer el intercambio (de parejas) propuesto por los visitantes.
Cada uno de los varones va y se acuesta соn la pareja del otro. Al otro día, una vez que los extraterrestres se han ido, los recién casados se sientan a contarse las experiencias vividas la noche anterior y la primera en hablar es la dama:
- En un principio -dice ella- sentí un poco de decepción y risa al ver que el tamaño del órgano reproductor del marciano parecía el de un niño de 5 años, pero inmediatamente él, me explico que el tamaño lo podían acoplar solamente torciéndose las orejas en rosca izquierda o derecha, según la exigencia de la pareja. Fue así como en segundos llegamos a "ese" tamaño que yo deseaba y la pasamos de maravilla. ¿Y a ti, como te fue?
-¡ Mal! -contesta el hombre tirándose de espaldas en el sofá- Yo creí que esa marciana se había vuelto loca, porque estuvo desesperada toda la noche ¡TORCIÉNDOME LAS OREJAS!