Chistes de Policía, Chistes de Policías
Había una vez un chinito, que todos los días, tenía un problema grave. Cada vez que iba a su trabajo, debía pasar frente a un gran chalet соn un gran parque y muchos perros, que al ver pasar al chinito salían a la calle y comenzaban a perseguir e intentar morder al pobre tipo, quien intentó en repetidas oportunidades plantearle la queja al amo de los perros (un comerciante muy conocido de la zona, de nombre Jorge Curro) no siendo atendido jamás.
Por último y desesperado por la situación, tomó una espada de gran tamaño (de esas que usaban los guerreros chinos) y salió decidido a atacar a los perros de Curro. Cuando los perros salieron a molestarlo, el chinito desenvainó su espada соn un grito de guerra y el amo de los animales que vio la situación llamó a sus canes соn un silbido: chuit... chuit... y los perros se metieron dentro de la casa. Desesperado y cansado de la situación el chinito se dirigió a la comisaría a plantear su queja:
Chinito: señol comisalio, vengo a hacel una denuncia.
Comisario: sí, adelante dígame...
Chinito: vengo polque los pelos del сulо me molestan...
Comisario: ¿y por qué no se los corta?!
Chinito: polque cuano yo quelel coltal pelos, el сulо hache: chuit chuit... y los pelos che van pa adentlo.
Lоliта y José cumplieron 60 años de casados. Se conocieron desde niños, y desde niños iniciaron su romance. El día del aniversario él le propuso a ella hacer una visita a la escuela donde habían cursado la primaria, pues quería mostrarle el escritorio en cuya cubierta grabó su nombre hacía medio siglo.
A Lоliта le gustó la idea, y le dijo a José que llevaría algunos libros para que él se los cargara de regreso, como hacía en los tiempos de la infancia. Fueron, en efecto, y cumplieron el ritual.
Volvían ya a su casa cuando vieron un bulto tirado en medio de la calle. Lo recogieron, y resultó ser un saco repleto de billetes de 100 dólares. Aquello era una fortuna.
- Demos aviso a la policía, propuso, nervioso, José.
- ¡Qué policía ni qué ocho cuartos! Este dinero es nuestro; nosotros lo encontramos. Además nadie nos vio cuando lo recogimos. Lo llevaremos a la casa; соn él nuestra vejez será tranquila.
- Pero, mujer,objetó tímidamente el asustado José.
- Nada, nada. Lo paró en seco Lоliта.
Llegaron a la casa, y Lоliта escondió el botín en lo alto del closet de la alcoba.
Apenas había terminado de guardar el dinero cuando sonó el timbre de la puerta. Eran dos agentes de la policía. Los vio José y empezó a temblar. Lоliта, en cambio, los invitó a pasar y les preguntó tranquilamente:
- ¿En qué podemos servirles, señores?
Le dijo uno de los oficiales:
- Estamos haciendo una investigación en el barrio, pues se perdió por aquí una bolsa conteniendo cerca de un millón de dólares. ¿Saben ustedes algo al respecto?
- Nada,respondió imperturbable Lоliта. Casi nunca salimos de la casa.
- ¡Está mintiendo, agente! Profirió José соn espanto. ¡Tiene escondida esa bolsa en el closet!¡Yo vi cuando la puso ahí.
El policía dirigió a Lоliта una mirada de interrogación. Ella lo llevó aparte y le dijo en voz baja:
- No le haga caso, agente. Por los años está afectado del cerebro, y ya no sabe lo que dice. Se dirigió a su marido y le pidió соn ternura:
- A ver, viejito,cuéntale al señor policía lo que hicimos hoy en la mañana.
Contestó José:
- Nos levantamos muy temprano para ir a la escuela. Yo le mostré a ella mi escritorio, porque grabé en él su nombre соn mi navaja de Boy Scout. Luego, de regreso a la casa, le cargué los libros.
El policía se vuelve hacia su compañero y le dice:
- Vámonos!!!