Chiste de largos, Cuentos Graciosos
Tres exploradores se perdieron en la selva africana, y fueron capturados por unos caníbales. Pero el Rey les dijo que podían salvarse si pasaban dos pequeñas pruebas.
La primera era buscar en la jungla diez unidades de una misma fruta. Los hombres aceptaron, y por separado fueron a buscar frutas.
Llegó el primer hombre y dijo:
- Yo traje diez manzanas!
Entonces el Rey le dijo:
- Bien, ahora debes empujarte por el trasero cada fruta sin poner ninguna mueca en el rostro, o si no te matamos!
El tipo se metió la primera manzana, pero en la segunda no pudo evitar gritar de dolor, por lo que de inmediato lo mataron.
Llegó el segundo hombre соn 10 ciruelas. El Rey le dijo lo que debía hacer, y el tipo sin muchos problemas por el pequeño tamaño de sus frutas comenzó соn la 1era, 2da, 3era, 4ta... Hasta la octava, pero justo соn la novena soltó una carcajada y fue asesinado.
El primer y el segundo hombre se encontraron el cielo, y el primero preguntó:
- Oye, por qué te reíste? Ya casi lo lograbas.
Y el segundo le contestó:
- No me pude aguantar, ví al tercero llegar соn diez piñas!
Un hombre se marcha de viaje y le encarga a un amigo que cuide de la casa y de su familia, puesto que estará varios meses fuera del país.
El amigo va a buscarle a su regreso al aeropuerto, y después de saludarse, pregunta el hombre:
- ¿Y la casa?. ¿Qué tal?. ¿Ha habido algún problema?.
Y responde el segundo:
- Bueno... lo siento mucho, pero... se te ha muerto el loro.
- ¡Vaya por Dios!. ¡Соn el cariño que le había cogido a ese pobre animal!. ¿Y sabes de qué murió?.
- Pues sí... se tuvo que morir abrasado, cuando la casa se incendió.
- ¡Pero qué me dices!. ¡Mi casa!. ¡Соn lo que había ahorrado para comprarla!. ¿Cómo pudo prenderse fuego?.
- Me imagino que tuvo que ser una vela, que prendió fuego a las cortinas y después el fuego se propagó por toda la finca.
- ¿Una vela?. ¡Pero qué dices!. ¡Si en casa no tenemos velas!.
- Ya... ¡pero no querrías que hiciéramos el velatorio de tu mujer соn las luces del árbol de Navidad!.
El hombre, cada vez más alterado, responde:
- ¿Que mi mujer ha muerto?. ¡No es posible!. ¡No puede ser!.
- Hombre, ten en cuenta que el shock de ver a tus dos hijos ahogados en la piscina, no lo resiste cualquiera...
El hombre ya no lo puede resistir y rompe a llorar en el suelo. El otro le mira y le dice:
- ¡Jo!. ¡Tampoco hace falta ponerse así por un loro!.