Chistes de exageraciones

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Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica y dijo: ¡El mundo es mío!

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Era un cocinero tan feo, pero tan feo, que hacía llorar a las cebollas.
¿ Por qué la esposa de Hulk lo dejó? Porque ella quería un hombre más maduro...
¿ Saben ustedes por qué los hijos pequeños de Superman no se pelean entre ellos?
Porque son supermansitos.

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Esto era un hombre tan afortunado, tan afortunado, que en vez de tener lineas en las palmas de las manos, tenía bingo!

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Era un hombre tan flaco, pero tan flaco, que no tenía intestino grueso.

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Había un argentino tan, pero tan presumido, que para su cumpleaños le mandaba tarjetas de felicitaciones a sus padres por haberlo tenido a él.

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Era una gorda tan gorda tan gorda, que cuando se casó no se casó de largo sino de ancho.

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Hubo una vez una sequía tan grande que las vacas daban leche en polvo.

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Un hombre tan viejo, tan viejo que en lugar de tener espermatozoides tenia espermatosaurios.

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Era un tan pequeño tan pequeño que se encontro una canica y dijo: el mundo es mio

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Era un tío tan gafe, pero tan gafe, que se sentó en un pajar y ¡se clavó la aguja!

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- A ver Jaimito, si tengo cuarenta manzanas en una mano y en la otra tengo cincuenta, ¿qué tengo en total?
- Las manos muy grandes.

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Había una vez una mujer tan fea, tan fea, tan fea, que mandó su foto por e-mail y la detectó el antivirus.

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Era un hombre tan, tan, tan, pero tan alto, que en vez de tomar café соn leche, tomaba café соn Dios.

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Había niño tan feo, tan feo, pero tan feo, que cuando nació el doctor lo lanzó al techo y le dijo a la madre:
Si se queda pegado en el techo es un tumor, y si vuela es un murciélago.

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La señora gorda de compras
Era una señora tan gorda, pero tan gorda, que cuando iba de compras y se subía a un taxi, su Angel de la Guarda se tenía que ir en otro taxi.

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Esta era una mujer tan flaca, pero tan flaca, que se puso un vestido nеgrо, y parecia una raya.

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La casa es tan chiquita
Tu casa es tan chiquita, pero tan chiquita, que cuando ordenan una pizza grande se la tienen que comer afuera.

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Un padre andaluz le dice a su hijo:
- Te tengo dicho cuatro millones trescientas cincuenta y cinco mil veces que no seas exagerado

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