Chistes de religión, Chiste de religión, Chistes religiosos
Un ateo estaba paseando en un bosque, admirando toda la belleza de la naturaleza .
- Pero ¡qué árboles majestuosos! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales! iba diciendo a medida que caminaba a lo largo del río.
Luego escucha un ruido en los arbustos detrás de él.
Se volteó para mirar.
Fue entonces que vio un enorme oso-pardo caminando en su misma dirección. Se largó a correr lo más rápido que pudo.
Miró por encima del hombro y vio que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!
Era tanto su miedo que los ojos se le llenaron de lágrimas.
Fue entonces que se tropezó y cayó desamparado. Rodó por el suelo. Rápidamente, intentó levantarse, pero
El oso ya estaba sobre él, procurando agarrarlo соn su fuerte pata izquierda y соn la otra pata, lo trataba de agredir ferozmente.
En ese preciso momento, el ateo exclamó: Oh, ¡Dios mío!
Entonces el tiempo paró. El oso se quedó sin reacción. El bosque se sumergió en total silencio.
Hasta el río paró de correr. A medida que una luz clara brillaba, una voz venía del cielo diciendo:
Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico.
¿ Esperas que yo te ayude a salir de este apuro?
¿ Debo esperar que tengas fé en mí?
El ateo miró directamente a la luz y le dijo:
Sería, de hecho muy hipócrita de mi parte, pedir que, de pronto, me pases a tratar como un creyente.
Más tal vez
¿pudieras convertir al oso y hacerlo cristiano?
Muy bien, dijo la voz. La luz desapareció. El río volvió a correr y los sonidos del bosque regresaron.
Entonces el oso recogió sus patas, las juntó en actitud de oración, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
Señor, bendice este alimento que ahora me voy a comer. Amén
Un anciano muere y va la cielo. Allí es recibido por San Pedro.
- ¿Me puede decir cómo se llama?
- Pues, es que no me acuerdo.
- A ver, le pondré algunos nombres, y me dice si le suenan. ¿Carlos? ¿Luis? ¿Juan? ¿Antonio?
- No creo que no, ninguno me suena, aunque podría ser uno de esos.
San Pedro, desesperado, va a ver a Jesús, al que le cuenta el caso del anciano. Entonces Jesús acude a hablar соn él.
- Mire, le haré unas preguntas, intente recordar, ¿de acuerdo?
El anciano asiente.
¿ En qué trabajabas?
- Creo que era carpintero.
- ¿Estabas casado?
- Creo que sí, era una mujer muy buena, casi un santa, creo recordar.
- ¿Tenías hijos?
- Sí, uno, pero era muy independiente.
Entonces Jesús llora de alegría, y corre a abrazar al anciano.
- ¡Papá, soy yo tu hijo!
Entonces el anciano llora también y exclama emocionado.
- ¡Pinocho!
Una pareja tenía dos niños pequeños, de 8 y 10 años de edad, quienes eran extremadamente traviesos. Siempre estaban metiéndose en problemas y sus padres sabían que si alguna travesura ocurría en su pueblo sus hijos estaban seguramente involucrados.
La mamá de los niños escuchó que el sacerdote del pueblo había tenido mucho éxito disciplinando niños, así que le pidió que hablara соn sus hijos. El sacerdote aceptó pero pidió verlos de forma separada, así que la mamá envió primero al niño más pequeño.
El sacerdote era un hombre enorme соn una voz muy profunda, sentó al niño frente a él y le preguntó gravemente:
-¿ Dónde está Dios?
El niño se quedó boquiabierto pero no respondió, sólo se quedó sentado соn los ojos pelones.
Así que el sacerdote repitió la pregunta en un tono todavía más grave:
-¿ Dónde está Dios?
De nuevo el niño no contestó.
Entonces el sacerdote subió de tono su voz, aún más, agitó su dedo frente a la cara del niño, y gritó:
-¿ Dónde está Dios?
El niño salió gritando del cuarto, corrió hasta su casa y se escondió en el closet, azotando la puerta.
Cuando su hermano lo encontró en el closet le preguntó:
-¿ Qué pasó?
El hermano pequeño sin aliento le contestó:
-¡ Ahora si que estamos en graves problemas hermano, han secuestrado a Dios y creen que nosotros lo tenemos!