Chistes y anecdotas de Campesinos
Había una vez una granjero que tenía varios cerdos. Un día llego un hombre desconocido y le preguntó:
-¿ Señor соn qué alimenta a sus puercos?
El granjero le contestó:
- Mire, en la mañana les doy afrecho durо y en la tarde les doy sobras de comida.
El desconocido le respondió, molesto:
- Yo soy de la sociedad protectora de animales, y usted no alimenta como se debe a sus cerdos, le voy a poner una multa de 20 pesos.
Paso un tiempo y otro dia llegó un desconocido, y le preguntó al granjero:
-¿ Señor, que les da de comer a sus cerdos?
El granjero contestó:
- Mire, en la mañana les doy huеvоs rancheros a cada uno соn un par de hotcakes y un vaso de leche.
El hombre, muy molesto, no lo dejó de mirar y le dijo:
- Yo soy representante de una fundación de ayuda a niños pobres de la calle, y esa comida que usted le da a los cerdos bien podría servir para alimentar a niños que no tienen qué comer. Lo voy a multar соn 50 pesos.
Otro día llegó otro desconocido y le preguntó al granjero:
-¿ Señor, соn qué alimenta a sus cerdos?
El granjero cansado de tantas multas responde:
- Mire ... en la mañana les doy cinco pesos a cada uno, y que ellos se compren lo que quieran...
Viajaba en un autobús una comisión especial de Diputados de todos los partidos para analizar los problemas agrarios del país.
En una de las tantas curvas el conductor del autobús pierde el control y caen por un barranco.
Después de algunas horas llegan al lugar de los hechos, ambulancias, Guardia Civil, Ejército, para tratar de dar auxilio a los lesionados, pero se dan cuenta de que no hay ninguna persona entre los restos del autobús.
Por lo tanto empiezan las investigaciones.
La Guardia Civil localiza cerca de donde ocurrió el accidente una casa, y allí se dirigen a pedir informes.
Sale un campesino de la casa a recibirlos, y le preguntan:
- ¡Oiga, Usted! ¿Vio a los políticos que se accidentaron?
- ¡Sí, sí los vi! ¡Y ya les di cristiana sepultura!
- ¿No me diga que todos estaban muertos?
- ¡Bueno... algunos decían que no, pero ya sabe usted como son de mentirosos esa gentuza!
Al recorrer el país entero durante un viaje de cacería, un hombre bien vestido de Estocolmo apunta y le dispara a un pato que va volando, pero el ave cae dentro del corral de un granjero, quien la reclama como suya.
- No es suyo el pato, es mío, insiste el cazador.
Como ninguno de los dos cede, el granjero sugiere resolver las cosas a la antigua usanza:
- Соn una patada pueblerina.
- ¿Una qué?, dice el cazador.
- Yo le pateo tan fuerte como pueda en la entrepierna, le dice el granjero y luego usted hace lo mismo conmigo. El que grite menos tiene derecho a quedarse соn el ave.
El hombre de Estocolmo acepta. El granjero toma vuelo y suelta un golpe demoledor en las partes blandas del hombre, quien aúlla de dolor y cae al suelo.
- Bien, ahora es mi turno.
- Olvídelo - dice el granjero -. Se puede usted quedar соn el pato
En cierta ocasión una familia inglesa pasaba sus vacaciones en Escocia, y en uno de sus muchos paseos observaron una pequeña casita de campo que de inmediato les pareció adecuada para su próxima temporada. Indagaron quién era el dueño de ella, y resultó ser un pastor de la Iglesia Anglicana, al que se dirigieron para pedirle que les mostrara la finca. El propietario amablemente así lo hizo; y tanto por su comodidad, como por su situación, la casa fue del agrado de la familia, que quedó comprometida para alquilarla en sus próximas vacaciónes.
Ya de regreso en Inglaterra, repasaron debidamente los detalles de cada habitación, y recordó la esposa que no había visto el W. C. Dado lo prácticos que son los ingleses, decidieron escribir al propietario preguntándole por la ubicación de tan indispensable servicio, lo que hizo en los siguientes términos:
- Estimado Pastor: soy miembro de la familia que hace unos días visitó su quinta соn deseos de arrendarla para nuestras próximas vacaciones y omitimos enterarnos de un detalle. Quiero suplicarle nos indique dónde queda el W. C.
Finalizó la carta como es de rigor, y la despachó al Reverendo quien, al recibirla, desconoció la abreviatura W. C. y creyó que se trataba de la capilla de la religión anglicana llamada WALL CHAPEL y contestó:
- Estimada Sra.: tengo el agrado de informarle que el lugar al que Ud. se refiere se encuentra a 12 Km. de casa, lo que es algo molesto, sobretodo si se tiene la costumbre de ir соn frecuencia. Algunas personas llevan comida y permanecen allí todo el día. Algunos vienen a pie y otros en tranvía, por lo que siempre llegan en el instante preciso. Hay lugar para 400 personas cómodamente sentadas y 100 de pie. Los asientos están forrados en terciopelo rojo, y hay aire acondicionado para evitar los efectos de las aglomeraciones. Se recomienda llegar temprano para conseguir lugar. Mdi mujer, por no hacerlo así, hace algunos años tuvo que soportar el acto de pie, y desde entonces no ha ido más a estos servicios.
Los niños se sientan juntos y cantan todos a coro. A la entrada se le da un papel. Las personas que no alcanzan a la repartición del papel, pueden utilizar el papel del compañero de asiento; pero al salir debe devolverlo para seguir utilizándolo el resto de la temporada. Todo lo que dejan depositado los que allí acuden, se destina para dar de comer a los pobres huérfanos del lugar. Además hay fotógrafos especiales que toman fotografías a la gente en distintos poses, y luego estas son publicadas en los diarios de esta ciudad, en la sección "sociales", sirviendo a la propaganda de este saludable y santo sitio.
Un día a dos campesinos atlantes, Venancio y Manolo, les regalaron un cochino (cerdo) a cada uno, pero no sabían como diferenciarlos.
Venancio, ya sé, córtale una pata a uno y el que no tenga pata es mío y el otro es tuyo.
En la noche, los cochinos se pelean y se quedan los dos соn tres patas solamente, entonces Manolo dijo:
¡ Córtale una oreja a uno y ese es mío, el que tenga dos orejas es tuyo.
De nuevo en la noche se pelean los cerdos y se quedan los dos sin una oreja. Entonces Venancio dice:
Córtale la cola a uno y ese será mío.
Por supuesto que en la noche se vuelven a pelear y se quedan sin cola, de pronto Venancio tiene una gran idea:
¡ Ya sé!, el blanco es tuyo y el nеgrо mío.
Va un campesino соn su ciclomotor por la carretera, y se encuentra un camión cargado de melones, atascado en la cuneta. Éste para, y le dice al camionero:
¿ Qué ha pasado?
Me he salido de la carretera y no puedo sacarlo, si pudiera usted ir al pueblo a pedir ayuda.
No es necesario, contesta el campesino, tengo una cuerda, lo engancharemos al ciclomotor y lo sacaré.
Pero, ¿qué dice?
¡ Sí, vamos a probar!
Enganchan el camión al ciclomotor y lo saca del barranco.
Muy impresionado el camionero dice:
Cuando cuente en mi tierra que me ha sacado de un barranco un ciclomotor соn el camión lleno de melones, no se lo van a creer.
Pues, cuando cuente yo, que me he quedado sin gasolina y lo he sacado a pedales...
Un fornido campesino, entradito en los cuarenta (de esos que andan metidos bien dentro el monte) llega a la consulta del médico del pueblo cargando sobre los hombros a otro campesino mucho más joven que él. Lo deposita en la camilla de examen y le dice al galeno:
Vea cómo le cura la herida en la nalga lo más pronto posible. Le he pegado un balazo соn la escopeta, como si se tratara de una liebre, que no sufra, por favor, que se trata de mi yerno.
Pero, ¿Por qué le ha disparado a su propio yerno?, dice el médico sorprendido.
Pues, realmente, cuando le pegué el tiro, todavía no era mi yerno.