Un hombre se marcha de viaje y le encarga a un amigo que cuide de la casa y de su familia, puesto que estará varios meses fuera del país.
El amigo va a buscarle a su regreso al aeropuerto, y después de saludarse, pregunta el hombre:
- ¿Y la casa?. ¿Qué tal?. ¿Ha habido algún problema?.
Y responde el segundo:
- Bueno... lo siento mucho, pero... se te ha muerto el loro.
- ¡Vaya por Dios!. ¡Соn el cariño que le había cogido a ese pobre animal!. ¿Y sabes de qué murió?.
- Pues sí... se tuvo que morir abrasado, cuando la casa se incendió.
- ¡Pero qué me dices!. ¡Mi casa!. ¡Соn lo que había ahorrado para comprarla!. ¿Cómo pudo prenderse fuego?.
- Me imagino que tuvo que ser una vela, que prendió fuego a las cortinas y después el fuego se propagó por toda la finca.
- ¿Una vela?. ¡Pero qué dices!. ¡Si en casa no tenemos velas!.
- Ya... ¡pero no querrías que hiciéramos el velatorio de tu mujer соn las luces del árbol de Navidad!.
El hombre, cada vez más alterado, responde:
- ¿Que mi mujer ha muerto?. ¡No es posible!. ¡No puede ser!.
- Hombre, ten en cuenta que el shock de ver a tus dos hijos ahogados en la piscina, no lo resiste cualquiera...
El hombre ya no lo puede resistir y rompe a llorar en el suelo. El otro le mira y le dice:
- ¡Jo!. ¡Tampoco hace falta ponerse así por un loro!.